Aunque nuestros hijos coman bien, pero sobre todo si son niños a los que les cuesta comer, pasa que muchas veces rechazan categóricamente lo que les ponemos en el plato. La cantidad de alimentos, la mezcla de colores, su forma y textura, y hasta la manera en que disponemos la comida en el plato influyen para que los niños acepten mejor o peor los alimentos. Un mismo alimento presentado de una forma o de otra puede hacer que el niño lo rechace o por el contrario le entusiasme. Y es que, a la hora de comer, los peques a veces nos lo ponen difícil cuando les presentamos comida que no les gusta. Con un poco de ingenio, de voluntad y de imaginación se pueden preparar platos variados, nutritivos y sobre todo atractivos a la vista y al paladar de nuestros hijos. Os damos algunas ideas.
El color influye al escoger entre un plato y otro
La mayoría de los niños rechazan ciertos alimentos por su color, su forma o por la textura que adquieren en su paladar. Es curioso cómo el color les influye a la hora de tomar o no un alimento. El negro o el amarillo, por ejemplo, suelen rechazarlo. Tampoco les agradan los colores muy pálidos, en cambio les llaman la atención los colores fuertes. El rojo por ejemplo les atrae muchísimo, pensad en la salsa de tomate, algo que pocas veces rechazan. Por eso, un menú cromático en el que incorporemos varios colores diferentes será un factor que favorezca la aceptación de los platos, ya que en muchos casos, se cumple el dicho de que «la comida entra por los ojos».
Los niños comen con los ojos
Al igual que nos pasa a los mayores, los niños comen por la vista. Si ven en un plato comida que les resulte atractiva, la comerán, pero si lo que ven no les atrae o descubren algo que nos les gusta, automáticamente lo rechazarán nada más verlo y no querrán ni siquiera probarlo. Así que, para tener más posibilidades de éxito, será importante cocinar no sólo pensando en el sabor, sino también en la vista. Pensad en cocinar platos estimulantes, teniendo en cuenta los gustos y preferencias de vuestro hijo, mejor sin enmascarar sabores. Platos que sean coloridos, crujientes, mejor con variedad de alimentos, y que no estén muy calientes o piquen demasiado. Además, los niños prefieren aquello que les resulte fácil de manipular y que puedan tomar con sus manitas, en tiritas, en gajos, en trozos pequeños. Por ejemplo, les va a ir mejor la pasta corta como el macarrón que no una pasta larga como el espagueti. O si preparas albóndigas o croquetas, no cuesta nada hacerlas más pequeñas que seguro les hacen más gracia por amoldarse más a su tamaño.
Los platos variados son más estimulantes
Los niños se suelen interesar más por aquellos platos en los que ven combinados alimentos distintos. Seguramente con ellos nos van a funcionar mejor platos con un mayor número de ingredientes, con colores y formas distintas, y no propuestas de alimentación monótonas, que pueden resultarles aburridas. Además, al agregar más alimentos logramos que el niño tenga más opciones para comer, y aunque rechace una cosa, verá que tiene otras alternativas para comer algo que le gusta.
Platos no muy llenos y bien distribuidos
Es mejor no recargar los platos. Los niños se desalientan fácilmente con porciones de adultos. A ellos suele gustarle más cuando el plato no está demasiado lleno y tiene algunos espacios vacíos. Por eso, es mejor servir la comida en pequeñas cantidades, sin revolvérsela, porque siempre está la opción de repetir. Además, podemos jugar con distintas posiciones del ingrediente principal y su guarnición. Y dependiendo de los gustos del pequeño, elegir cómo colocarla y adornarla.
Ser creativos al presentar la comida
Si el niño ve que los alimentos en un plato están colocados de forma divertida, sin duda les resultará más atractivo. Hay que echarle un poco de imaginación y crear platos que además de alimentarles les entretengan. Los niños son sensibles a las formas atractivas. No es lo mismo ofrecerles una comida en la que los alimentos componen una cara sonriente que colocarlos de manera desordenada dentro del plato. Los pequeños muestran preferencia por los platos en los que los alimentos forman figuras. Esto asegura que, desde el inicio, el momento de la comida sea una acción lúdica. Es fácil hacer formas con moldes, usar brochetas, panecillos o aprovechar la forma y textura de algunos alimentos para presentar la comida de una manera diferente y que les llame la atención.
Mejor vajilla infantil y divertida
Otro factor imprescindible para abrir el apetito a nuestro hijo consiste en la forma y color de la vajilla y los cubiertos. Actualmente existen en el mercado muchos cubiertos, platos, manteles y servilletas pensados especialmente para niños, con colores, diseños y dibujos divertidos que llaman su atención y les resultarán sugerentes a la hora de comer.
Cuando sólo quieren comer una cosa, ¡reinvéntala!
Algo que ocurre con frecuencia con los niños es que sólo quieren comer una clase de alimento, y comida tras comida, sólo van a querer comer eso. Por lo general, esta manía por un alimento no dura lo suficiente como para perjudicar la salud del niño, y siempre hay que pensar que su cuerpecito es inteligente y pide lo que necesita en cada momento, ya sean proteínas, hidratos, vitaminas o azúcares. Si su manía es comer solo pasta, por ejemplo, no hay que volverse locos porque precisamente la pasta da mucho juego para combinarla con salsas a base de carnes y verduras, o salsa de tomate, que no nos olvidemos es también otra verdura. Se tratará de preparar esa clase de alimento en diferentes formas y texturas, hasta que se les pase la manía, que se les pasará.
Dar otro aspecto a los guisos y platos de cuchara
Generalmente los gustos de los niños son mucho más sencillos que los de los adultos. Casi siempre prefieren los sabores suaves, y las comidas cuyos ingredientes pueden reconocer, y rechazan los platos muy condimentados. Los guisos, por ejemplo, no suelen ser de su agrado. Una opción para que coman la carne guisada es colocarla en el plato por separado, dándoles a ellos además las piezas más magras y tiernas, a un lado la patata, y al otro la zanahoria u otra verdura guisada. De esta forma puede resultarles más de su gusto que si les llenamos el plato con un guiso que no va a ser de su agrado.
Un truco para la carne: mejor con un poco de queso fundido
La carne es un alimento que no resulta apetecible para algunos niños. Un truco casero para hacer la carne más apetecible consiste en ponerle un poco de queso fundido por encima. Al cocinar un filete, una hamburguesa o unas chuletas, ya sea a la plancha o al horno, bastará con ponerle por encima un poco de queso tierno, y que se derrita con el calor. El sabor y la textura del queso harán más atractivo este plato de carne. De hecho, el queso es un buen aliado para convertir los platos de pasta o de verdura en todo un éxito.
Que ellos también participen
Al decidir qué vamos a cocinar durante la semana, será muy positivo que dejemos que nuestros hijos participen. Sin duda a los niños les va a encantar dar ideas para elaborar el menú de platos de la semana, eso les hará implicarse y luego hará más fácil el rato de la comida. Además, es bueno ofrecer opciones a los niños. Una buena idea es confeccionar una lista con los platos que les gusta o no le gustan, así sabremos entre qué platos elegir para cocinar y qué comidas podemos hacer con los ingredientes que nos digan.
También es muy beneficioso implicar a nuestro hijo en la compra y que nos ayuden a elegir los alimentos que vamos a cocinar durante la semana. Y por supuesto implicarles en las tareas de la cocina. La mayoría de los niños adoran cocinar y hacer cosas como pelar la verdura, apretar la naranja para hacer zumo de naranja natural o romper los huevos en un plato. Es increíble cómo participar en la planificación y la preparación de una comida puede estimular el apetito de un niño.