Julio ha llegado y con él comienzan para muchos las esperadas vacaciones. La entrada de hoy está dedicada a todos aquellos que van a pasar unos días en el mar o que viven cerca de él. Con el calor apetece mucho darse un buen chapuzón en el agua para refrescarnos y si lo hacemos en el mar, nos reportará numerosos beneficios.
Aunque ya hemos hablado de las virtudes de la natación en este blog, os las vamos a recordar para que las tengáis más presentes estos meses de verano: como muchos ya sabréis, la natación es el deporte más completo que hay, es apto para todo tipo de edades y personas, incluso a personas con dolores de espalda y articulaciones; muy recomendado para quienes deban rectificar deformaciones en la columna porque mejora la coordinación, el equilibrio y la postura. También fortalece el corazón estimulando el flujo sanguíneo hacia él, hacia los vasos sanguíneos y hacia los pulmones. Cuando practicamos deporte, nuestro cuerpo genera endorfinas que hacen que nuestro cerebro experimente una sensación de bienestar, por lo que nuestra mente aprovecha también el ejercicio hecho.
Pero nadar en el mar nos aporta además otros beneficios aparte de los de los propios de practicar un deporte; el agua marina contiene minerales como el yodo, el sodio, el potasio o el zinc entre otros, muy beneficiosos para nuestro cuerpo: cuando nuestra piel entra en contacto con el agua salada se produce un intercambio de minerales renovando los de nuestro organismo. Estos minerales tienen efectos antialérgicos en nuestra piel y aparato respiratorio; sus propiedades antibióticas funcionan muy bien en los procesos de cicatrización y aplacan en gran medida enfermedades de la piel como el acné. El magnesio calma la ansiedad, y la presencia de yodo ayuda en la recuperación de los músculos en determinadas lesiones. Incluso sin necesidad de darnos un baño, la brisa marina es ideal para nuestros pulmones.
Antes de despedirnos, queremos recordaros que el mar no es una masa de agua controlada como lo puede ser una piscina, hay corrientes y el oleaje en ocasiones puede ser peligroso, por eso debemos estar siempre atentos en todo momento al color de la bandera y no bañarnos inmediatamente después de comer para evitar un corte de digestión. En cuanto a los buenos hábitos para nadar en el mar, es aconsejable nadar siempre en paralelo a la línea de costa, para tener una mejor orientación y no adentrarnos excesivamente para evitar que la resaca de las olas nos impida regresar. En el caso de encontrarnos con una corriente, se debe evitar a toda costa nadar en contra de ella, ya que podemos agotarnos rápidamente; lo mejor es nadar en diagonal hasta intentar superarla.