Las células nerviosas y los microorganismos de nuestro intestino se comunican entre ellas y con el cerebro de manera bidireccional. Con esto afirmo que sí, nuestra microbiota y nuestras emociones están conectadas.
Microbiota intestinal
Antes de nada, ¿sabes qué es exactamente la microbiota intestinal? Te cuento: es el conjunto de los microorganismos buenos y malos que residen en nuestro intestino. La microbiota se considera un órgano más, que colabora en el mantenimiento del equilibrio del ser humano con el medio.
Aprovecho para contaros algunas de sus funciones:
- Ayudan a digerir alimentos y absorber nutrientes.
- Estimulan el sistema inmunitario.
- Sirven de efecto barrera, es decir, impiden el paso de bacterias extrañas (microorganismos patógenos).
La relación intestino-cerebro
Como comentaba, las células nerviosas y los microorganismos de nuestro intestino se comunican entre ellas y con el cerebro de manera bidireccional. De esta manera se mantienen en continua comunicación.
Existe un tráfico constante de hormonas y sustancias químicas que proporcionan información sobre si tenemos hambre, si tenemos estrés, etc.
La relación intestino-cerebro modula el comportamiento emocional y el estrés. Aquí entra en juego la serotonina, que funciona como transmisor entre el cerebro y la parte del sistema nervioso encargada de controlar el aparato digestivo, y también la dopamina que se libera desde las células del intestino.
Ambas, actúan en la modulación del comportamiento, y es por ello por lo que es muy importante tener una buena salud intestinal, ya que está relacionada con la ansiedad, depresión, estado de ánimo, etc.
Serotonina
Por si no lo sabes, la serotonina está relacionada con el buen humor, dormir bien, con la autoestima, tranquilidad, etc., y la dopamina con la motivación, placer, energía, ilusión, etc. Muchas personas con estreñimiento, diarreas y síntomas ligados a la emociones se deben a un déficit de serotonina.
Pero no solo la microbiota afecta a las funciones cognitivas, sino que nuestro cerebro también decide que microbios vivirán en el intestino.
Por todo esto es importante cuidar de nuestra microbiota y de nuestra salud intestinal para cuidar de nuestra salud emocional, y viceversa.
Escucha a tus emociones
Dale importancia tanto a tus emociones, como a tu microbiota, ya que ambas están directamente relacionadas con tu salud.
Tu alimentación, el ejercicio físico, el sueño y el estrés, todo esto, importa e influye en tu microbiota y en tus emociones, y por lo tanto, en tu salud.
Hambre voraz por la tarde-noche
Esto puede darse por varias razones, pero una de ellas es porque por la tarde nos relajamos, baja nuestro nivel de estrés, nuestro cuerpo nos pide energía y disminuyen los niveles de serotonina.
Esta es una de las razones por las que nos entra esa hambre voraz, esa hambre más “compulsiva”, que nos incita a comer cosas dulces o patatas fritas. ¿Qué podemos hacer en cuanto a alimentación? Pues te recomiendo incluir en la merienda o en la cena, alimentos que estimulen la serotonina, como el kéfir, los frutos rojos, las nueces, la avena o el aguacate.
Por otro lado, puedes sentir más ansiedad por la comida en función de los microorganismos que habitan en tus tripas. Nuestras bacterias pueden manipular nuestros sentimientos y lo que nos apetece comer. Es por ello, que cuando se tiene sobrecrecimiento bacteriano, parásitos, etc., se pueda sentir más ansiedad por la comida.
Otra razón muy habitual, y que ocasiona esta hambre voraz es el restringir nutrientes, comidas y cantidades, es decir, en muchas ocasiones pensamos que para cuidarnos, comer sano o bajar nuestro porcentaje de grasa corporal tenemos que comer menos, y esa no es la solución. No se trata de comer menos, se trata de comer mejor. Incluir en nuestra alimentación alimentos ricos en proteínas, grasas saludables y fibra,
provenientes de las frutas, verduras, legumbres, huevos, quesos de buena calidad como la gama de quesos Arla® en lonchas, en concreto Arla Havarti, nos ayudará a mantenernos saciados.
Come de forma consciente
Es importante que cuando nos sentemos a comer seamos conscientes del momento comida, comer despacio y masticar bien, ser conscientes de que estamos comiendo y no contar con distracciones, nos ayudará a llevar una alimentación más consciente y a terminar las comidas más saciados.
Laura Jorge, nutricionista