El verano es una de las estaciones más esperadas del año por diversos motivos: los días son más largos, el clima más caluroso y soleado y hacemos más planes de vacaciones con amigos y familia al aire libre. Es la época en la que las inseguridades e insatisfacción corporal (promovida por una sociedad muy estricta con los cánones de belleza) llevan a muchas personas a seguir, durante la primavera, alguna estrategia de cambio y mejora con respecto a la alimentación. Por otro lado, en muchos casos, se rompe con las rutinas del resto del año y de manera más o menos consciente se abandonan esos hábitos que nos hacen sentir bien o que se han llevado desde la rigidez o restricción.
¿Qué relación tenemos con la alimentación en verano?
El resultado de los hábitos durante el verano puede ser consecuencia del vínculo con la alimentación durante el resto del año.
Cuando nos cuidamos desde la rigidez y la restricción, no atendemos a nuestros gustos, preferencias y placer. Esto hace muy probable que, en época de vacaciones y planes sociales, se manifieste una ansiedad y deseo más “descontrolado” por comer lo que consideramos que nos hace felices. De esta manera, comemos cantidades excesivas y de manera ansiosa que hacen brotar posteriormente sentimientos de culpa y agobio. Otra posibilidad es que esa rigidez se mantenga también durante el verano y haya frustración por no poder disfrutar y miedo por “romper la dieta”.
Cuando establecemos una relación sana con la comida, conseguimos disfrutar cada día. Integramos el concepto de la flexibilidad entendiendo que a veces tenemos hambre emocional o de placer y que, al escucharnos, podemos actuar de manera adecuada sin miedo a estropear nada.
Alimentación en verano: consejos para disfrutar sin remordimientos
Podemos organizarnos y valorar las maravillosas posibilidades para disfrutar de la alimentación en verano sin renunciar a cuidarnos en el día a día y dejando espacio a la flexibilidad. Para disfrutar comiendo sano:
- Consume fruta a diario: fresca en bol con yogur y frutos secos, prepara algún helado rico para momentos en los que tengas ganas de algo fresquito, haz batidos con fruta y hielo, prepara brochetas deliciosas, incorpora frutas en tus ensaladas con vegetales, etc.
- Bebe suficiente agua. Es época de calor y la hidratación es fundamental. Bebe agua fresquita, dale un toque de sabor con trozos de fruta y hierbas aromáticas, como menta y hierbabuena, prepara infusiones frías con hielo, bebe gazpacho u otras cremas frías con hortalizas.
- Prepara una lista de recetas para tus comidas y cenas que te apetezcan y encajen en tu rutina en cuanto a tiempo de elaboración y dificultad.
- Come despacio, con atención plena y disfruta tanto de tu porcentaje mayoritario de comida nutritiva como ese espacio flexible para atender más a tu hambre de placer poco nutritiva.
Otras recomendaciones
- Al salir a tomar algo, elige qué quieres beber y alterna agua con otras bebidas que te apetezcan pero que no es bueno abusar por alcohol o azúcares.
- Ideas de bebida saludable: agua con gas y rodajas de limón, té con hielo y limón, cerveza sin alcohol, zumo de tomate, batido de frutas con hielo.
- Para el picoteo: elige si tienes hambre y te apetece realmente. En caso de comer, hazlo con calma y saboreando, no sabe mejor por comer más cantidad. Si hay opciones ricas y sanas, ¿por qué no pedirlas?
- Propuestas para llevar a la playa: fruta fresca troceada, hummus con palitos de hortalizas (zanahoria, pimiento o pepino), gazpacho fresquito, ensalada en bote vertical para que permanezca fresca, frutos secos, brochetas de pollo y piña, sándwich integral de caballa, tomate, canónigos, aguacate y lima…
- Helados: consumo ocasional cuando apetezcan y también la alternativa de hacerlos caseros con fruta, yogur, leche y frutos secos.
¿Qué sostiene nuestro bienestar?
Es importante saber que nuestros hábitos saludables deben ser tanto porque comemos equilibrado como porque hacemos ejercicio, descansamos bien, emocionalmente nos cuidamos reduciendo en la medida de lo posible el estrés, etc.
Al igual que normalizamos que cambia la rutina de sueño en verano o que el ejercicio que no hacemos en vacaciones retomará la normalidad al volver, debemos entender lo mismo con la alimentación. Debemos dejar espacio a la flexibilidad para disfrutar de momentos puntuales comiendo aquellas elecciones que quizás no son muy nutritivas (o nada) pero que nos hacen felices en esa ocasión.
Cuando te cuidas y disfrutas es genial darte cuenta de que no sientes la necesidad de romper radicalmente tus hábitos porque sean vacaciones. No necesitas un “descanso” de cuidarte; lo haces porque te sienta bien, porque es lo que quieres para ti y lo haces a gusto y con amabilidad. Así verás cómo los momentos en los que pueda apetecerte algo poco nutritivo serán puntuales y no supondrán un problema en autocuidado. Todo lo contrario, también es salud comerse un helado si es lo que te apetece en ese momento. Lo importante es continuar con tu rutina sin darle más vueltas.